lunes, 24 de septiembre de 2018

La sangre que me salvó la vida me estaba matando": el escándalo de las trasfusiones de sangre en Reino Unido

Cuando Jackie Britton recibió una transfusión de sangre después del parto, pensó que le estaban salvando la vida. Pero la sangre infectada que le transfundieron pudo haberla matado.

Se estima que hay miles de casos como el de ella en Reino Unido.

Las personas afectadas recibieron transfusiones de sangre contaminada en los años 70 y 80, en lo que constituye uno de los peores casos de malas prácticas médicas del Servicio de Salud Pública de Reino Unido (NHS, por sus siglas en inglés).

Britton dio a luz en 1983.

Su bebé estaba bien, pero ella haba sufrido una hemorragia y necesitaba una transfusión.

Pasaron 29 años hasta que se dio cuenta de que la sangre que le dieron había sido contaminada con hepatitis C, una enfermedad que no se podía detectar en la sangre en ese entonces.

No le detectaron el virus por años y su hígado lentamente se fue dañando.

Britton comenzó a notar que algo estaba mal a los 50 años. Empezó a sentir una "fatiga absoluta".

"Sentía náuseas. Empezaba con arcadas cuando trataba de preparar una comida, por el esfuerzo y energía que me demandaba".

"La hepatitis C es un trauma después de otro".

Gracias a una nueva generación de fármacos, Britton ya no tiene el virus en su cuerpo.

Sin embargo, el daño ya está hecho: tiene cirrosis hepática y debe hacerse controles cada seis meses para asegurarse de no tener cáncer u otra enfermedad que afecte su hígado.

No hay cifras exactas de cuántas personas fueron infectadas antes de 1992.

Pero se estima que entre 5.000 (el mismo número de personas afectadas con hemofilia) y 28.000.

Se cree que todavía hay gente que vive con hepatitis C por una de estas transfusiones y que aún no ha sido diagnosticada.

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