Sí.
Se sabe que el ser humano incrementa la producción de ciertas hormonas
(catecolaminas) en casos de ansiedad, de peligro o de emoción intensos.
Ese aumento de secreción se traslada a la piel y la sudoración la expone
a olfatos sensibles, como los de los animales. Así que se cree que,
cuando un animal lo percibe, lo interpreta como la “antesala” de una
reacción agresiva, y se pone en alerta.
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